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Mitos urbanos porteños

Damas de blanco Bonaerenses: En busca del amor perdido. 

Entre lo que es y lo que puede ser. Entre la certeza y la creencia. Allí se encuentran los mitos urbanos. Apasionantes, increíbles y sorprendentes. Buenos Aires está llena de ellos. Esta vez, nos dirigimos al Cementerio de la Recoleta, buscando conocer alguna nueva leyenda. Acompáñennos.
Las damas de blanco del cementerio de la Recoleta ¿Cuál será la oficial?

Los mitos urbanos son un elemento muy presente en nuestras vidas. Estos nacen como historias, que se encuentran en un pasillo, que va desde lo que es hasta lo que puede ser. Un mito no es certeza, sino más bien una posibilidad, y en eso radica la fuerza que les permite trascender fronteras temporales y espaciales. La incapacidad de saber si son verdad o solo una creencia los hacen una pieza muy interesante y que apasiona a muchísimas personas amantes de lo paranormal y lo desconocido a lo largo del mundo. 

En cada ciudad, cada barrio y cada esquina hay un mito y una historia esperando a ser contados. En este informe, les propongo que conozcamos juntos, uno de los mitos más conocidos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, justamente, en uno de los lugares más míticos de esta. En esta oportunidad, el mito de la dama de blanco, en el Cementerio de la Recoleta.


Guillermo Barrantes, escritor de la saga “Buenos Aires es leyenda”, atribuye la fuerza de los mitos a 4 columnas fundamentales: La cercanía, las preguntas capitales del mito, la transmisión del boca en boca y que el mito sea una buena historia.

En primer lugar, con la cercanía el escritor se refiere a que los mitos están en lugares cercanos. Son accesibles a nosotros, a diferencia de otros mitos, como los griegos, que basaban su historia en un Olimpo que nos sería inalcanzable al común de los mortales.



La segunda columna fundamental es que el mito urbano realiza preguntas capitales que normalmente nos reprimimos y no hacemos. El mito de la dama de blanco indaga sobre la cuestión de la vida y la muerte.


En tercer lugar se encuentra el medio de transmisión del mito: El boca en boca. Aquí el mito muta y se transforma. Esto hace difícil de corroborar si la historia pasó o no porque seguramente la versión que conozcamos no sea la única.



En cuarto lugar se encuentra el pilar tal vez más importante: Que el mito sea una buena historia. Este incluye al resto. Si el mito logra construir una historia que atrape, que se sitúe dentro de lo creíble y a la vez haga algún tipo de pregunta capital, el mito está completo y se bastará del boca en boca para perpetuarse.


El escritor nos cuenta que el mito de la dama de blanco tiene diferentes variantes a lo largo del mundo. En Argentina, personas de diferentes provincias de adjudican el mito. Lo mismo pasa en otros países e incluso la misma historia se la conoce en algunos lugares como "La dama de Negro". Acá se ve como el boca en boca puede transformar un mito.


Para Inés Blanco, guía del cementerio, la lista se reduce a 2 jóvenes: Rufina Cambaceres y Luz María García Velloso.

Rufina Cambaceres

Rufina Cambaceres, es la dama de blanco “oficial” según nos cuenta Guillermo Barrantes.



El 31 de mayor de 1902 Rufina cumplía 19 años, su madre Luisa Baccichi había organizado una gran fiesta y luego visitarían el teatro Colón. Al finalizar la fiesta, Luisa encontró a Rufina tendida muerta. Al día siguiente, Luisa e Hipólito Yrigoyen (se dice tenía un romance con madre e hija), la sepultaron en la Recoleta. Al día siguiente, encontraron el ataúd de Rufina abierto y con la tapa rota. 

El mito sugiere que habría tenido un ataque de catalepsia y fue sepultada viva. Luego, al despertarse dentro del ataúd hizo lo posible para salir del mismo, pero al conseguirlo y observar el vacío cementerio por la noche, murió de un ataque al corazón.

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Luz María García Velloso

Hija de Enrique García Velloso, tenía 15 años cuando murió de leucemia en 1925. A ella también se le atribuye el mito de la Dama de Blanco, aunque su historia de aparición es un tanto diferente a la de Rufina: Un joven se encuentra con una bella chica, la lleva a bailar, ella siente frío, él le presta su saco, ella lo mancha de café. Al día siguiente, cuando el joven quiere recuperar su saco en casa de la chica, la madre le comunica que murió hace años y está enterrada en la Recoleta. El joven va al cementerio y encuentra su saco sobre la bóveda.

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Estas 2 jóvenes tienen en común un amor trunco y una muerte joven. El mito las sitúa rondando en el cementerio por las noches, en busca de su amor perdido. Sumadas a ellas, algunos atribuyen el mito de la dama de blanco a otras jóvenes como Liliana Crocciati, Elisa Brown o Felicitas Guerrero.

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Como dice Guillermo Barrantes, los mitos siempre ganan. Al no saber si se tratan de una certeza o de una creencia, llaman la atención del público y, a pesar de sufrir muchísimas transformaciones, el mito no pierde nunca, porque lo único que necesita para vivir es ser reproducido. Las historias viven en el relato. Estas jóvenes vuelven a la vida cada vez que alguien cuenta su historia. 

Quien haya sido la dama de blanco realmente importa poco. También importa poco si existe efectivamente una única dama de blanco. Lo importante, es que mientras alguien tenga ganas de contar esa historia, y alguien disfrute al escucharla, la dama de blanco seguirá viviendo, al igual que un sinfín de leyendas urbanas.

Los mitos están ahí. En el cementerio de la Recoleta o en cualquier esquina de cualquier barrio. Solo hace falta que salgamos a buscarlos. Les sorprendería lo que podemos llegar a encontrar.
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